sábado, 15 de agosto de 2009

POLÍTICAS DE INMIGRACIÓN EN ARGENTINA

Después de la caída de Rosas, se profundizaron los planteos para que el Estado interviniera en promover una política inmigratoria con el objeto de planificar una nueva sociedad a partir del aporte europeo.
De acuerdo con los debates que se dieron luego de 1852, ya esbozados en 1845 en la obra de Sarmiento, Facundo, Civilización o Barbarie, la inmigración debía poblar el denominado desierto y la colonización agrícola sería la base de la obra de gobierno. También se expresó en la frase de Juan Bautista Alberdi “Gobernar es poblar” que se convirtió en un principio en la etapa del proceso de organización nacional.
La Constitución Nacional, sancionada en 1853, recoge los proyectos sobre el tema. En el artículo 25 señalaba: “El Gobierno Federal fomentará la inmigración europea; y no podrá restringir, limitar ni gravar con impuesto alguno la entidad en el territorio argentino de los extranjeros que traigan por objeto labrar la tierra, mejorar las industrias e introducir y enseñar las ciencias y las artes.”
La inmigración, alentada por los gobiernos de Bartolomé Mitre, Domingo F. Sarmiento y Nicolás Avellaneda, creció sostenidamente en las décadas de 1850 y 1860. Una etapa de relativa prosperidad en la economía argentina influyó en este crecimiento. Sin embargo, la crisis mundial de 1873 tuvo un impacto negativo en la Argentina.
Una economía abierta, como era la del país, resultaba muy vulnerable a los vaivenes internacionales. Esta situación agravó el déficit público, que ya tenía numerosas dificultades, y también la balanza de pagos. Para revertir la caída de las corrientes inmigratorias europeas provocada por la crisis económica, el gobierno de Avellaneda, sancionó en 1876 la Ley Nº 817 de Inmigración y Colonización, hito clave para la proyección demográfica del país.
Esta ley dispuso la creación del Departamento de Tierras y Colonias para promover la ocupación de tierras. Sin embargo, no pudo evitar la especulación que dificultó a los inmigrantes, principalmente colonos, el acceso a la propiedad de la tierra. A pesar de las supuestas ventajas que ofrecía el interior del país, la mayor parte de los recién llegados prefirieron establecerse en Buenos Aires.
La llegada de inmigrantes no fue homogénea y estuvo interrelacionada con las coyunturas favorables o desfavorables que se van sucediendo en los lugares de origen o destino. Así, por ejemplo, en 1871 la terrible epidemia de fiebre amarilla detuvo la inmigración y alejó a numerosas familias de Buenos Aires.
La Argentina agroexportadora constituyó una atractiva región para los inmigrantes europeos, especialmente los agricultores. En sus países de origen, las parcelas de tierra estaban muy divididas y los suelos desgastados por el trabajo de siglos. En 1880 la inmigración tuvo carácter aluvional. Los principales grupos étnicos fueron italianos y españoles, también llegaron ingleses, alemanes, franceses, armenios, rusos, polacos, sirios, libaneses, suizos, galeses y judíos.
La profunda crisis económica de 1890 desacelera el flujo inmigratorio, dejando un saldo negativo con respecto a los contingentes de inmigración europea más numerosos. El aporte inmigratorio tuvo consecuencias directas e indirectas en la conformación de la Argentina actual. La yuxtaposición de rasgos culturales criollos y extranjeros constituyó una característica distintiva de una sociedad en constante transición.
Se produjeron importantes cambios en la constitución étnica de la población. Ello trajo, inclusive, modificaciones profundas en las costumbres, la economía y la cultura. Se introdujeron cambios en el lenguaje y en los hábitos de la población criolla que ayudaron al crecimiento en gran escala de la población y al desarrollo de la educación, las artes y los oficios.
Los inmigrantes contribuyeron a un rápido proceso de urbanización y aportaron mano de obra para el desarrollo industrial y agrario. Si bien el saldo inmigratorio fue clave para el crecimiento demográfico del país, la distribución tuvo una tendencia definida y la corriente inmigratoria se fijó preferentemente en la zona del litoral y en las grandes ciudades. Sólo pequeños grupos se trasladaron al centro y al oeste del país.
Así comenzó a acentuarse intensamente la diferenciación entre el interior del país y la zona del litoral, antes contrapuestas por sus recursos económicos, y a partir de esta etapa, también por diferencias demográficas y sociales. La construcción del ferrocarril creó una importante fuente de trabajo para los inmigrantes y desencadenó un cambio radical en la economía del país.
La federalización hizo que la ciudad de Buenos Aires fuera la principal beneficiaria de los profundos cambios que se operaban, así se europeizó en sus gustos y en sus modas. De aquel aluvión inmigratorio, sólo una parte se quedó en el país. Muchos de los que añoraban regresar a su patria de origen, decepcionados por las condiciones en que se encontraban en la Argentina, igualmente constituyeron su familia en estas tierras y, nacidos los hijos, abandonaron el proyecto de regreso.